La visita del papa Francisco a Fátima, en el centenario de las apariciones, hará emerger no solo diferentes interpretaciones de las apariciones (¿han sido visiones o apariciones, es decir, los niños han visto algo físico o ha sido una visión interior? ¿Cómo es posible que la Virgen se haya aparecido?), sino que dará voz a diferentes formas de abordar el lugar de la religión en el espacio público portugués, tanto en lo que se refiere a la Iglesia católica (mayoritaria en Portugal), como de otras confesiones cristianas y religiones.
Estas diferentes formas de abordar el lugar de la religión, particularmente de la Iglesia católica, en el contexto de la visita del Papa, hacen presente, una vez más, la cuestión de la asociación/disociación de la religión como identidade portuguesa, como se desprende de las palabras de Manuel Clemente,
cardenal de Lisboa, que dijo que «Francisco viene a Fátima y Fátima está en Portugal. No solo en la geografía, sino más profundamente, en lo que podemos llamar alma portuguesa».
Estas declaraciones, ciertamente, hacen presente (nuevamente) la cuestión de si los que no son católicos, ni creyentes, tienen alma portuguesa o no. Por otro lado, el presidente de la República, cuando se empezó a diseñar la posibilidad de una visita del Papaa Portugal, afirmó que constituiría una «alegría única para Portugal», expresándose pues (dicen que es un «gran devoto de Fátima») como católico, lo que, por cierto, es bien conocido y no problemático, ya que no influye en la política estatal.
Con todo, no se puede mirar el «fenómeno de Fátima» descontextualizándolo: fue utilizado por la dictadura para legitimar a Salazar como enviado de Dios y para apoyar el anticomunismo en un momento en el que, obviamente, nadie puede negar que había una persecución contra los cristianos bajo Stalin. Esperemos que la venida del Papa a Fátima, para la canonización de Jacinta y Francisco, en el centenário de las apariciones, no contribuya a alimentar la idea de que «la religión», en Portugal, es sinónimo de Fátima, y que Fátima perdure más allá de este Papa, es decir, esperemos que su presencia y su mensaje emancipador no sean enterrados por una visión anquilosada de la religión en Portugal, neutralizando así el cambio potencial de Francisco.